Feliz entrada a este nuevo mes donde quiero compartirles algo que considero de vital importancia para seguir adelante ante cualquier circunstancia, y lo increíble de esto, es que no depende de nadie más que de uno mismo.
A lo largo de nuestra vida atravesamos muchas pérdidas, desde la muerte de un familiar hasta la pérdida de algo material. El caso, es que la vida está llena de ellas y no distingue de ricos o pobres, de buenos o malos. Las pérdidas forman parte de la vida y son; aunque injusto lo podamos creer en determinados momentos, las que nos llevan al crecimiento y evolución a nivel mental y espiritual. Sin ellas todo y nada a la vez sería posible. Pero dentro de todo lo que podamos perder en la vida, hay algo que jamás te será arrebatado y es el poder de decidir cómo vivir, cómo seguir adelante con la vida a pesar de lo que te pasó, y cuando confiamos y estamos certeros de esto, todo, absolutamente todo es posible.
Viktor Frankl decía «Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino». No es libertad de condiciones sino libertad de tomar una decisión teniendo en cuenta las condiciones. Y no hay mayor poder que tener la certeza de lo que este señor dijo y por supuesto comprobó a lo largo de su vida.
Todo puede estar oscuro, pero si tú decides que la oscuridad se vuelva luz, ni el mayor apagón de la historia lo podrá impedir. Y quiero compartirles que cuando hablo de esto en ocasiones me han dicho: “¿De qué sirve si al final no podemos cambiar las cosas?” Claro está que no podemos decidir siempre lo que pase ante un ser querido, ante las leyes que no nos gustan o ante como actúan los demás, muchas cosas no podremos cambiarlas y simplemente debemos aceptarlas y aprender a vivir con ellas, pero eso no significa que tengas que mal vivir el resto de tu vida por no poder cambiar algo o a alguien. No podemos darle tanto poder a aquello que nos inhabilita para seguir adelante, debemos darle poder a lo que sí podemos hacer. Porque el buen vivir no se define como la vida que todos soñamos en nuestra mente, sino como abrir nuestra mente a la vida venga como venga y a partir de ahí crearnos la realidad que queremos vivir.
Tú decides cómo seguir viviendo, tú tienes ese poder.